martes, 19 de marzo de 2013

Paz.


Se tumbó sobre la hierba. La tierra olía a soledad.  Húmeda, como sus ojos.

Miró las nubes. ¿Qué otra cosa podía mirar?  Estaba tumbado boca arriba , no boca abajo.

Era una visión agradable. Veía las nubes deslizarse con elegancia, llevadas por el viento, dejándose moldear por él. 
Pensó que tal vez él también se había dejado moldear por alguien que también fue como el viento. Y sin embargo, alguien que aun le hacía volar como las nubes cuando se aparecía en su mente.

Pero ahora era hora de bajar. Su cuerpo estaba totalmente en contacto con la tierra. Pensó para sus adentros que cuanto más alto vuelas, más larga es luego la caída.

Tras meditar unos segundos, llegó a la conclusión de que era un buen aforismo, y se lo repitió varias veces para recordarlo. Por un segundo se sintió orgulloso de sí mismo por la ocurrencia y pensó que todo valía la pena si al menos se volvía poeta. Al momento se rió de lo estúpido que era, y respiró hondo, porque venía una bocanada de aire fresco desde la tierra hacia el cielo.

El aire entró por su nariz y viajó por todo su cuerpo, sin obstáculos. Ahora era un cuerpo vacío. Ahora era ingrávido, y sin embargo, era ahora cuando ya no podía flotar. Ya no tenía nada en su interior. Pero tampoco estaba anclado a nada.

-Si sólo pudiera anclarme a una nube…

Sus ojos, traicioneros, proyectaron en el cielo una ráfaga de conversaciones congeladas que transgredieron el límite de velocidad permitido por la memoria. Formaron una cara, hecha a base de recuerdos puntuales, más que de rasgos físicos.

De repente sintió como si alguien, poco a poco, le estuviera vaciando por dentro con una cuchara, hasta dejarlo hueco. Todos sus recuerdos hacían eco ahora en su interior.

Dibujó una sonrisa en su cara. Una sonrisa cobarde, que repetía como un loro la famosa frase de “vamos a salir adelante”.

Su nariz sopló aire largamente, como si quisiera provocar viento, o mover las nubes. Su cuerpo se incorporó pesadamente.

Mientras contemplaba la copa del árbol una última vez, se sintió como se debe sentir un abuelo sentado en la puerta de su casa: mirando la vida corretear por la calle, una vida veloz, una vida que le saluda desde lejos y le obliga a levantar la mano, pero que no se detendrá para sentarse a su lado.

El abuelo sentado en la silla, él mismo mirando las nubes. De pronto no supo ver la diferencia.  

Y como un abuelo, que ya no tiene nada que ganar ni que perder, estiró los brazos, y se sintió en paz.


Paz
(Del lat. pax,pacis)
Virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y la  pasión






*Música de acompañamiento: You'll be in my heart-Instrumental Soundtrack*




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